Guía de Apocalipsis 5.-

Adoración al Cordero

“Y ví en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos” vs. 1

En el tiempo antiguo se utilizaba con frecuencia rollos de papiro o pergaminos, los que luego de ser escritos por dentro y por fuera eran sellados por seguridad.

SELLO
Objeto cilíndrico que llevaba el nombre de su propietario, grabado en metal o en piedra preciosa. El hecho de sellar constituía un proceso legal mediante el que se confirmaba un acto de entrega o prohibición o reserva por lo que solo una persona con suficiente autoridad podía desatar (romper) o abrir el sello. También se empleaban con frecuencia como testimonio y prueba de tratarse de un documento genuino. El libro mencionado en Apocalipsis 5, constituye un conjunto de siete rollos que a su vez contenían siete sellos, dispuestos de tal manera que al desatar (romper) un sello se podía desenrollar una parte del rollo; así, se podían ir abriendo sucesivamente todos los rollos hasta que todo quede totalmente revelado. Los sucesos por venir determinados por Dios en su soberanía en relación con el mundo y la humanidad estaban registrados en este libro, por ello su gran importancia de conocerlos.

El libro o rollo de papiro que vio el apóstol Juan contiene la revelación de lo que Dios ha determinado para el futuro de la humanidad, es decir poner al descubierto los traumáticos acontecimientos contenidos en el rollo perfectamente sellado.
El Señor revela a su discípulo Juan, que una vez abierto el libro y desatado sus sellos, se irían cumpliendo cronológicamente los sucesos proféticos descritos en su interior. Estos incluyen el cumplimiento de los últimos siete años de la presente era, conocida como la semana setenta. Ver: Daniel 9:27. Así mismo, era imprescindible la apertura del primer sello para ir conociendo el resto de los siete sellos. El séptimo sello, contiene las siete trompetas. La séptima trompeta permite conocer las siete copas de juicio.
La palabra profética menciona este tiempo como la Gran Tribulación profetizada por nuestro Señor Jesucristo, Mateo 24:21, la misma que tendrá alcance mundial. Luego de estos terribles juicios, nuestro Señor Jesucristo tomará posesión de la tierra como Señor y Rey, inaugurando su Reino de Mil Años o Milenio.

“Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 3Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. 4Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo” 2-4

“…¿quién es digno…”vs 2. La expresión digno denota cualidades morales y espirituales. Alguien digno en rango y carácter (Juan 1:27). Era necesario encontrar a alguien con la suficiente autoridad moral y espiritual para poder abrir el libro y desatar los sellos, sin embargo no se hallaba a nadie.
“…ni en el cielo ni en la tierra ni debajo la tierra…” vs. 3. Denota que la búsqueda se hizo en el cielo entre el ejército angelical, pero ninguno de ellos fue encontrado digno de abrir el libro. También en la tierra, se hizo la búsqueda, pero la humanidad está bajo maldición y juicio, por tanto tampoco nadie es hallado digno. La búsqueda continúa hasta debajo la tierra, considerando las partes más profundas de la tierra, como el Hades y el abismo, constatando que tampoco se encontró en ellos nadie digno, ya que se trata de prisiones de almas en condenación (Hades) y prisión de demonios (abismo).
La tristeza del apóstol Juan llega a las lágrimas pues si la pregunta que fue hecha por el ángel fuerte no tiene respuesta, el libro no podría ser abierto. El rollo conteniendo la visión permanecería sellado para siempre. El Plan de Dios para el tiempo final quedaría sin revelar y tampoco podría darse su cumplimiento, por no haberse hallado nadie digno de abrir el libro, desatar sus sellos y activar su contenido.

“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”
vs. 5

“…uno de los ancianos…”vs.5. Este anciano es uno de los veinticuatro seres celestiales creados por Dios, y que rodean el trono del Juez Celestial.
Ver: Apocalipsis 4:4, 10. Señala al León de la tribu de Judá, y recordamos la profecía proclamada por Jacob y registrada en el Antiguo Testamento. Ver: Génesis 49:9-10.
Nuestro Señor Jesucristo nació en Belén el mismo lugar donde nació el rey David. Las dos genealogías del Señor Jesús demuestran que pertenecía a la tribu de Judá, y la palabra profética señala que su reino no tendrá fin. La expresión León de Judá, denota precisamente que el Señor reinará sobre toda la tierra. Nuestro Dios concertó un pacto con el rey David, 2 Samuel 7, y le prometió que su casa y su reino serían afirmados para siempre y que su trono sería eternamente estable. Dios ha de cumplir su promesa de manera literal cuando el Rey-Mesías, la raíz de David, venga con poder y gloria para ocupar en la tierra el trono de David, su antecesor.
Sólo nuestro amado Señor Jesucristo tiene toda la autoridad moral y espiritual en el cielo y en la tierra para abrir el libro y desatar sus sellos. Ver: Mateo 28:18.
Damos gracias al Señor ya que por su amor infinito con su muerte en la cruz del Calvario y por su resurrección, VENCIO y puso en vigencia el Nuevo Pacto en su Sangre, dándonos una completa victoria sobre la muerte y el enemigo de las almas.
En Romanos 8:37, dice: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.
En Hebreos 2:14, dice: “4Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”.

“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra” vs.6

“…estaba en pie un Cordero como inmolado…”vs.6. Habla del sacrificio realizado en la cruz del Calvario por nuestro Señor Jesucristo. El apóstol Juan pudo ver de una manera maravillosa a un Cordero como inmolado o sacrificado que es nuestro Señor Jesucristo, pero que se encuentra en pie. Esto denota su muerte y su resurrección. El vino por primera vez hace dos mil años para entregarse como un cordero sin mancha, ni contaminación. El profeta Juan el Bautista lo reconoció de esta manera cuando bautizaba en el río Jordán.
En 1 Pedro 1:18-19, dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”.
En Juan 1:29 y 36, dice: “29El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios”.
“…que tenía siete cuernos y siete ojos…” vs.6. Si consideramos que en la Biblia, la expresión cuerno expresa fortaleza y misericordia, y como vimos en un estudio anterior el número siete expresa plenitud y perfección, entonces en el Señor Jesucristo se encuentra la plenitud de la misericordia y fortaleza divinas. La figura de los siete cuernos apunta a la omnipotencia del Cordero. El es el Todopoderoso Dios, que en su humillación propia fue crucificado, pero que se encuentra en pie por su resurrección de entre los muertos y vive por los siglos de los siglos.
En 1 Reyes 1:50-51 dice: “Mas Adonías, temiendo de la presencia de Salomón, se levantó y se fue, y se asió de los cuernos del altar. 51Y se lo hicieron saber a Salomón, diciendo: He aquí que Adonías tiene miedo del rey Salomón, pues se ha asido de los cuernos del altar, diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo”.
En Miqueas 4:13, dice: “3Levántate y trilla, hija de Sion, porque haré tu cuerno como de hierro, y tus uñas de bronce, y desmenuzarás a muchos pueblos; y consagrarás a Jehová su botín, y sus riquezas al Señor de toda la tierra”.

“…y siete ojos los cuales son los siete espíritus de Dios…vs.6. Los siete espíritus de Dios sugieren plenitud de inteligencia y sabiduría divinas. El Cordero es omnisciente pues todo lo conoce. Tiene absoluto y total conocimiento de todo lo que ocurre en el universo. En cuanto a los siete espíritus de Dios, estudiamos que se trata de atributos divinos que se relacionan con el Espíritu Santo de Dios, y descritos en Isaías 11:2.
7Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. 8Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos” vs. 7-8

“…y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono…” vs.7. El que está sentado en el trono es el Padre. El Señor Jesucristo designado como el Cordero, es quien viene y toma el rollo. Luego el Cordero como inmolado y resucitado es el único digno de tomar el rollo y abrirlo, así como activar su contenido. Por tanto los juicios divinos contenidos en los sellos serán ejecutados por el Señor en el cumplimiento de los últimos siete años correspondientes a la semana setenta del libro del profeta Daniel 9:27.
“…los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron…” vs.8. Los seres angelicales de alto rango que son los cuatro seres vivientes. Los veinticuatro ancianos como seres celestiales con autoridad delegada reconocen la divinidad del Cordero y su deidad, postrándose delante de El, y adoran reverentes.
“…todos tenían arpas y copas de oro…vs.8. En el tercer cielo o morada de Dios se adora con instrumentos, en este caso utilizan arpas que denotan regocijo y victoria. En los días del rey David se organizaron músicos que ministraban arpas. Ver: 1 Crónicas 25:1 y 6; Salmos 149:2-3. Así también copas llenas de incienso que en sentido espiritual son las oraciones de los santos. Ver: Salmos 141:2. De este pasaje podemos discernir que el Señor se agrada de recibir alabanza y adoración con instrumentos de música ministrados por su pueblo redimido por El, su pueblo santo por lo que cada vez que el pueblo de Dios ora y alaba esta sube a la presencia del Señor como incienso de adoración.
En Salmos 150:3, dice: “Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa”.
En Apocalipsis 8:3, dice: “Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono”.

“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” vs. 9
“…y cantaban un nuevo cántico…” vs. 9. Este cántico nuevo se refiere a uno que es ministrado por ángeles manifestando algo nuevo. Es dedicado en honor de un gran acontecimiento como es la apertura de los sellos y su revelación por quien es digno de toda alabanza y adoración, el Cordero de Dios.
La obra redentora de nuestro Señor Jesucristo en la cruz del Calvario, se expresa como una redención o rescate.

RESCATE: Deriva del término “lutron”, que significa “soltar” o “libertar”.

En el Antiguo Testamento, aparece la figura del “rescate”, como el pago realizado de una persona a favor de otra, generalmente pariente cercano, con el fin de que esta última pueda quedar libre de esclavitud.
En Levítico 25:47-50, dice : “Si el forastero o el extranjero que está contigo se enriqueciere, y tu hermano que está junto a él empobreciere, y se vendiere al forastero o extranjero que está contigo, o a alguno de la familia del extranjero; 48después que se hubiere vendido, podrá ser rescatado; uno de sus hermanos lo rescatará. 49O su tío o el hijo de su tío lo rescatará, o un pariente cercano de su familia lo rescatará; o si sus medios alcanzaren, él mismo se rescatará. 50Hará la cuenta con el que lo compró, desde el año que se vendió a él hasta el año del jubileo; y ha de apreciarse el precio de su venta conforme al número de los años, y se contará el tiempo que estuvo con él conforme al tiempo de un criado asalariado”.

Jesucristo, nuestro Señor, nos rescató de casa de servidumbre, es decir del mundo impío donde nos encontrábamos presos del enemigo de las almas: Satanás y sus demonios. Partiendo como base de la preciosa obra que realizó en la cruz del Calvario nos redimió y por ello encarga la misión de anunciar las Buenas Nuevas a su amada iglesia. Ver: Marcos 10:45.
En 1 Pedro 1:18-20, dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”.

“… y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” vs. 10

La verdadera iglesia del Señor Jesucristo, compuesta por todos los redimidos o rescatados, cristianos y cristianas que lo esperamos anhelantes, viviendo en santidad y obedeciendo sus mandamientos, junto a todos aquellos hermanos que a través de los tiempos ya partieron a la presencia del Señor, de acuerdo con la palabra de Dios, está llamada a reinar con Jesucristo y ministrar un sacerdocio santo en su presencia y por la eternidad. El apóstol Pedro escribe al respecto.
En 1 Pedro 2:9, dice: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones” vs. 11

Realmente es extraordinario saber que el número de los ángeles que se encuentran al servicio del Señor en su presencia es de millones de millones. Estos permanentemente se encuentran alabando al Señor, y alrededor de su trono. Al conocer esta verdad prontamente nos acordamos de la promesa del Señor, para aquel que lo confiese delante de los hombres y no tenga temor de confesar Su nombre y aún adorarlo y servirlo públicamente.
En Lucas 12:8, dice: “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios”.

“…que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”
vs.12
Es necesario discernir a través de este pasaje bíblico que lo que el hombre natural o no convertido en el mundo anhela conseguir a toda costa para sí mismo en realidad legalmente le corresponde a nuestro amado Señor Jesucristo. Es decir siete aspectos que se relacionan con su Persona y que el Cordero posee y por las que los ángeles prorrumpen en alabanza. Poder, riquezas, sabiduría, fortaleza, honra, gloria, alabanza, son cualidades propias del Señor. La palabra de Dios nos enseña que el Señor Jesús es el Creador, y por tanto digno de todas ellas. Sólo cuando el hombre se humilla y reconoce esta preciosa verdad, se convierte al Señor y la luz del evangelio resplandece en su entendimiento.
En Juan 1:1-3, dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2Este era en el principio con Dios. 3Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
En Jeremías 9:23-24, dice: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 24Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.
En 2 Crónicas 7:14 dice: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. 14Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.” vs. 13-14

Este pasaje confirma plenamente que toda la creación, alaba a Dios. Todos los seres conscientes del universo se unen para dar alabanza y rendir homenaje tanto al Dios Padre, como al Hijo Eterno, manifestado por el Cordero.
En Salmos 19:1 dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos”.
Los veinticuatro ancianos, como seres celestiales creados por Dios, antes que los ángeles para gobernadores sobre la creación sujetos al Padre Celestial, juntamente los cuatro seres vivientes como seres angelicales de alto rango y que dieron inicio a la alabanza del Cordero delante del trono ahora no cesan de afirmar con un rotundo Amén, toda alabanza dirigida a Dios. Es una adoración que no precisa de palabras. Manifiestan una plena sujeción a Dios Padre y al Cordero postrándose en alabanza y adoración.

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