Guía de Apocalipsis 21.-

Los cielos nuevos y la tierra nueva

“1Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido” vs. 1-2

Conclusión del plan de Dios para la humanidad a través de las edades

“…y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más…” vs. 1. Dentro del Plan Divino para la humanidad a través de las edades, se contempla luego del reino mesiánico de mil años un mundo totalmente transformado y distinto al de nuestros días. La característica más sobresaliente de este nuevo mundo será su maravillosa perfección. La palabra profética revela que en el cumplimiento del plan divino para la humanidad muestra a nuestro Dios morando con su pueblo, en santa y perfecta comunión. Luego del cumplimiento del reino mesiánico de mil años, el Señor, borrará toda señal de pecado, con una destrucción de la tierra, las estrellas y las galaxias. Nuestro Dios provocará una remoción total de las cosas que hoy existen y que son pasajeras por otras que tendrán duración eterna.
En Hebreos 12:26 dice: “La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún otra vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles”.
El apóstol Pedro recibió por el Espíritu Santo la revelación de lo que acontecerá al final de los tiempos. Los elementos terrenales ardiendo serán quemados y destruidos totalmente, para dar lugar a una nueva creación totalmente diferente a la que conocemos y además con una condición eternal.
En 2 Pedro 3:7, 10-12 dice: “Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos…Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 11Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”.
“…la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios…vs. 2. Una maravillosa ciudad cuyo constructor es Dios mismo, llamada la nueva Jerusalén, se encuentra en el tercer cielo. Cuando esta ciudad celestial descienda será a una tierra totalmente diferente la que conocemos. Para este glorioso momento ya todos los seres humanos poseerán un cuerpo glorificado: visible, tangible y eterno.

“3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” vs. 3-4.

“…He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos…” vs.3. Es maravilloso constatar en las Escrituras que dentro del Plan de Dios para su pueblo es habitar con él por la eternidad. Hoy todavía prácticamente todos los días conocemos del sufrimiento de las personas por diversos motivos muerte, llanto y dolor son las constantes como efectos del pecado. Sin embargo la palabra profética nos anuncia que llegará un día cuando todo esto terminará definitivamente, ya que la maldición sobre la tierra habrá sido levantada para siempre.
”…Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte…” vs. 4. Nuestro amado Dios, enjugará toda lágrima y habitará con su pueblo para siempre.

” 5Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. 6Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 7El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. 8Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” vs. 5-8.

“…He aquí, yo hago nuevas todas las cosas…” vs. 5. La palabra profética registrada en este precioso libro de Apocalipsis, para el tiempo del fin son fieles y verdaderas.
”…Y me dijo: Hecho está...” vs. 6. Todo lo dispuesto por el Señor en su palabra profética y para su pueblo en la nueva creación tendrá su pleno cumplimiento. Nada dejará sin cumplirse. Ver: Mateo 24:35; Marcos 13:31.
“…el que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo…” vs. 7. La promesa del Señor Dios Todopoderoso, es a los vencedores, es decir los que creen en Su palabra, guardan sus mandamientos y viven en santidad buscando agradar al Señor.
”…Pero los cobardes e incrédulos…” vs. 8. Es notable discernir que la incredulidad que gobierna el mundo impío, tiene como mayores exponentes precisamente a los idólatras, que como estudiamos es una verdadera abominación delante del Señor. El culto a imágenes, instituciones, dinero, o cualquier otra cosa en quien se deposite toda confianza, llevará a la persona a ponerse en la lista de los hechiceros, fornicarios, homicidas, etc., y …tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

“Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 10Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios” vs. 9-10.

Es revelada la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén

”…en acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero…y me mostró la gran ciudad…” vs. 9 y 10. El apóstol Juan, asemeja a la Nueva Jerusalén con una esposa ataviada para su esposo que es el Señor Jesucristo.


LA NUEVA JERUSALEN
La Nueva Jerusalén es una ciudad que ya existe en el tercer cielo.
En Gálatas 4:26 dice: “Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre”.
Fue revelada a Abraham y la anheló. De la misma forma los siervos a través de las edades y los tiempos creyeron en sus corazones la promesa de esta ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios mismo.
En Hebreos 11:10, 13, 16 dice: “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios…3Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra…Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad”.
Es extraordinariamente bella y allí habitará Dios con su pueblo santo por la eternidad.



“11Teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. 12Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; 13al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. 14Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” vs. 11-14.

“…Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima…” vs. 11. La belleza sin igual de la Nueva Jerusalén sobrepasa todo entendimiento. Llena de piedras preciosas y oro. La Nueva Jerusalén en todo su esplendor manifestando la gloria de Dios descenderá a la tierra.
“…y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel… y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles…”vs. 12-14. Es notable encontrar que las puertas de la ciudad tienen los nombres de las doce tribus de Israel inscritos en ellas, y sobre los cimientos los nombres de los apóstoles del Señor Jesucristo. Manifiesta la estrecha relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento a través de las doce tribus de Israel, el Antiguo Testamento y los doce apóstoles el Nuevo Testamento.
En Efesios 2:14 dice: “Porque El es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación”.

”15El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. 17Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. 18El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; 19y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 20el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio” vs. 15-21.

Extraordinariamente bella, la Nueva Jerusalén

“…La ciudad se halla establecida en cuadro…” vs. 16. La Nueva Jerusalén tiene una forma de cuadro, con dimensiones iguales a lo largo y ancho. En total tiene una dimensión de 2.200 kilómetros.
“…pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio… adornados con toda piedra preciosa…las doce puertas eran doce perlas…” vs. 18-21. Calles de oro, cimientos de piedras preciosas, muro de jaspe, la ciudad entera de oro puro transparente como un vidrio, nos da una idea de la extraordinaria belleza de esta ciudad celestial, que en su amor el Señor Dios Todopoderoso reserva para su pueblo amado, que persevere hasta el fin en santidad, acabando la carrera en victoria. Definitivamente se cumple a cabalidad lo escrito por el apóstol Pablo inspirado por el E. Santo en su carta a los corintios.
En 1 Corintios 2:9 dice: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio; ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

” 22Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 23La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. 25Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. 26Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. 27No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” vs. 22-27.

“…Y no vi en ella templo…”vs. 22-23. Las Escrituras nos refieren que inicialmente el templo judío en Jerusalén fue edificado por el rey Salomón como una figura y sombra del celestial y su propósito fue siempre manifestar la Bendita Presencia Divina. El apóstol Juan pudo percibir que el templo que había visto antes y que estudiamos en la Guía de estudio de Apocalipsis 15:5, ya no se encontraba. Para el tiempo de entrar en la eternidad la Bendita Presencia de Dios llenará toda la Nueva Jerusalén y por tanto ya no habrá necesidad de templo alguno porque Dios mismo será su templo, así como el resplandor de la Gloria de Dios iluminará la Nueva Jerusalén y por tanto ya no será necesario ningún tipo de lumbrera que ilumine.
”…y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella…no entrará en ella ninguna cosa inmunda…” vs. 24-27. La palabra profética indica que la Nueva Jerusalén descenderá a la tierra por lo que las naciones salvas traerán presentes a esta maravillosa ciudad. Se aclara que no entrará nada inmundo o que hace abominación y tampoco cualquier tipo de idolatría o mentira. Sólo los que se halle inscritos en el Libro de la Vida del Cordero. El propósito del Señor de habitar con su amado pueblo por la eternidad se habrá cumplido a plenitud.

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