1 Y 2 CRONICAS

1er. Libro de CRONICAS

EN LA ESPACIOSA sombra de un antiquísimo roble, una madre observa a su pequeño hijo recoger bellotas, hojas y flores. Cerca, su madre, tía y tío abren el mantel a cuadro sobre la mesa del parque y lo cubren con recipientes y bandejas de pollo frito, ensalada de papas, frijoles cocidos y otras variadas recetas familiares. El sonido metálico de las herraduras lanzadas por el abuelo y el papá contra la estaca perfora de vez en cuando el aire y se mezcla con las aclamaciones, risas y gritos del juego de fútbol de los adolescentes. Una reunión familiar, una tarde soleada con cuatro generaciones y una mezcla de niños, padres y primos segundos.
Las reuniones familiares son importantes... tocar y vincularse con otras ramas del árbol familiar, rastrear la historia personal de uno, regresar a través del tiempo y la cultura, ver parecidos físicos (los ojos de ella, la nariz de él), recordar tradiciones familiares. El conocer la trayectoria genética y las relaciones de parentesco personales nos proporciona un sentido de identidad, herencia y destino.
Es con ese mismo propósito que el escritor de Crónicas comienza su trabajo unificador con una extensa genealogía. Sigue las raíces de la nación en una reunión familiar literaria, comenzando con Adán hace un recuento de su línea real y del plan amoroso de un Dios personal. Al leer el primer libro de Crónicas obtenemos una visión de Dios que trabaja por medio de su pueblo a lo largo de muchas generaciones. Si usted es un creyente, estas personas son también sus antepasados. Cuando se acerque a esta parte de la Palabra de Dios, lea los nombres con admiración y respeto, y obtenga una nueva seguridad e identidad en su relación con Dios.
El libro previo, 2 Reyes, termina cuando Israel y Judá están en cautiverio, una época oscura para el pueblo de Dios. Sigue Crónicas (primero y segundo de Crónicas eran originalmente un solo libro), que escrito después del cautiverio resume la historia de Israel y hace énfasis en la herencia espiritual del pueblo judío en un intento por unir a la nación. El cronista es selectivo al relatar su historia. En vez de escribir un trabajo exhaustivo, entrelaza cuidadosamente la narrativa, subrayando las lecciones espirituales y enseñando las verdades morales. En Crónicas el reino del norte se ignora virtualmente, los triunfos de David —no sus pecados— son recordados y se le da una gran importancia al templo como centro vital de la vida nacional.
El primer libro de Crónicas comienza con Adán y, durante nueve capítulos, el escritor nos da un «quién es quien» de la historia de Israel haciendo un énfasis especial en la línea real de David. El resto del libro nos relata la historia de David — el gran hombre de Dios, rey de Israel— que sirvió a Dios y estableció los planes para la construcción del templo y la adoración en el mismo.
El primer libro de Crónicas es un valioso suplemento de 2 Samuel y un fuerte recordatorio de la necesidad de conocer nuestras raíces, para así redescubrir nuestros fundamentos. Cuando lea 1 de Crónicas, trace su propia herencia divina, agradezca a Dios por sus antepasados espirituales y vuelva a comprometerse a transmitir la verdad de Dios a la siguiente generación.


2do. libro de CRONICAS

APARECE la diapositiva, y nuestros ojos se enfocan en la imagen proyectada en la pantalla dentro del oscuro santuario. «Este ídolo», explica el misionero, «está hecho de piedra y es adorado diariamente. Los nativos creen que esto garantizará buenas cosechas y niños sanos». Con sonrisas condescendientes, pensamos en la ignorancia de ellos. ¿Cómo puede alguien adorar un objeto? ¡Los ídolos son para los ingenuos y supersticiosos! Después de la presentación regresamos a casa, a nuestros ídolos de riqueza, prestigio o realización personal. Si colocamos cualquier cosa en el lugar de Dios, la estamos adorando, a pesar de que nuestros labios profesen lo contrario.
Nuestra experiencia se parece a la de Israel. Fue elegido por Dios para representarlo en la tierra. Pero con demasiada frecuencia olvidó la verdad y su llamado, tropezando ciegamente detrás de los ídolos como lo hacían sus naciones vecinas. Entonces los profetas, sacerdotes y el juicio lo empujaría abruptamente para que regresara a Dios, al único Dios verdadero. El segundo libro de Crónicas relata esta sórdida historia de los reyes idólatras y corruptos de Judá. Aquí y allá surge un rey bueno en Judá, y por un tiempo hay un avivamiento, pero la espiral hacia abajo continúa, terminando en caos, destrucción y cautiverio.
El cronista escribe este volumen para llevar a la nación de regreso a Dios al recordarle su pasado. ¡Sólo al seguir a Dios prosperarán! Cuando lea 2 Crónicas podrá tener una visión breve de la historia de Judá (la historia de Israel, el reino del norte, se ignora virtualmente), y verá los trágicos resultados de la idolatría. Aprenda las lecciones del pasado: determínese a deshacerse de cualquier ídolo que haya en su vida y únicamente a adorar a Dios.
El segundo libro de Crónicas continúa con la historia iniciada en 1 Crónicas. El hijo de David, Salomón, toma posesión como rey. Salomón construye el grandioso templo en Jerusalén, y así cumple el deseo de su padre y su última petición (capítulos 2–5). Salomón disfruta paz en su reino y prosperidad por cuarenta años, que lo hacen famoso a nivel mundial. Después de la muerte de Salomón, su hijo Roboam asume el trono y por su inmadurez divide el reino.
En Judá, hay algunos reyes buenos y muchos reyes malvados. El escritor de Crónicas registra fielmente sus logros y sus fracasos, tomando nota de cómo cada rey se eleva a la altura de los principios de Dios para tener éxito. Es claro que un buen rey obedece las leyes de Dios, elimina los lugares de idolatría y no hace alianzas con otras naciones. Entre los reyes buenos de Judá están Asa, Josafat, Uzías (Asarías), Ezequías y Josías. De entre los muchos reyes malvados que tuvo, Acaz y Manasés fueron quizá los peores. A la larga la nación es conquistada y llevada cautiva, y el templo es destruido.
El propósito del escritor era reunir a la nación, después del cautiverio, alrededor de la verdadera adoración a Dios. En estas páginas, él le recuerda a la gente su pasado. Transmite con claridad el mensaje a través de uno de los versículos de las Escrituras más conocidos: «Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra» (7.14). Cuando lea 2 Crónicas, escuche la voz de Dios y obedézcale, y reciba su toque redentor y sanador.

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